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Se ha podido observar que en los últimos tiempos las tendencias doctrinarias en economía se alinean con las posturas políticas de líderes que llegan a ejercer el poder en la inmensa mayoría de estados del mundo, especialmente en occidente. Entre neoliberales y social capitalistas, en la actualidad se desarrollan las contiendas políticas en la puja por el poder.

De ahí que los más conservadores tienden a asociarse a las posturas neoliberales alentadas por la escuela de los chicagos boy’s que exaltan al mercado y la libre circulación de mercancías como los factores claves del desarrollo económico y social, mientras que los progresistas considerados social demócratas o social capitalistas, abogan por una mayor intervención del Estado para corregir las imperfecciones del mercado dado que consideran que las posturas neoliberales no son la receta perfecta con la que se pueda lograr el progreso y alcanzar el equilibrio social, y entre naciones, como condición sine qua non de la supervivencia del capitalismo, a decir del nobel de economía Joseph E. Stiglitz.

Pero el conservador Donald Trump del Partido Republicano, un magnate que se suponía practicaba la doctrina de la Escuela de Chicago, ejerciendo en la Presidencia de EEUU, giró 360º en la aplicación de la doctrina y en 2018 decidió optar por medidas proteccionistas al imponer aranceles a las importaciones de acero y aluminio -25% y 10% respectivamente-provenientes de Europa, y otros países, entre ellos China -pero con exclusión de México y Canadá-, una disposición contraria a las normas del comercio mundial según la Organización Mundial del Comercio (OMC), por lo que la medida fue declarada ilegal y suspendida temporalmente, en 2022.

 

Cronología

Inicialmente la respuesta de la UE no se hizo esperar habiendo tomado medidas equivalentes, lo que podría implicar el inicio de una posible guerra comercial entre los dos colosos económicos con todos los efectos en los precios del acero y el aluminio, que durante la pandemia, se vieron fuertemente afectados por las alzas derivadas de lo que se conoció como la crisis de los contendedores.

Por la época, la redacción de BBC News Mundo (2018) reseño que la primera respuesta reactiva a las medidas adoptadas por Trump provino de la Comisaria de Comercio de la Unión Europea (UE) Cecilia Malmstrom, quién en un mensaje de twitter expresó que «por tratarse de un aliado cercano de Estados Unidos, ese bloque debería ser excluido de la aplicación de los mismos».

Y el gobierno del Reino Unido no se quedó inerme frente al problema habiendo anunciado que trabajaría con sus socios de la UE para evaluar los alcances de las exenciones, mientras que el Ministro de Finanzas de Francia Bruno Le Maire, afirmó que lamentaba la decisión de los Estados Unidos expresando adicionalmente que «en las guerras comerciales solo hay perdedores».

La UE inicialmente invitó al dialogo pero no demoró en tomar medidas retaliatorias contra algunos de los productos de exportación de EEUU, incluyendo el bourbon, los jeans y la mantequilla de maní. También en su momento el Gobierno de China amenazó «con una respuesta apropiada y necesaria» ante cualquier guerra comercial, apuntó el mismo portal.

Países como China, Noruega, Suiza, Turquía, Rusia, India, entre otros, demandaron ante la OMC las medidas adoptadas por el gobierno Trump. Según el periódico mexicano El Economista referido por el portal larepública.co (2022), en 2022 el tribunal integrado por tres miembros se pronunció ordenando a EEUU la modificación de las medidas en conformidad con la normativa internacional, y ante ello el presidente Joe Biden reaccionó criticando la medida del tribunal del organismo mundial. Para Estados Unidos el tribunal hizo una interpretación errónea y sus conclusiones son inadmisibles.

Para Trump, esta medida ayudaría a impulsar la industria de su país que, según el mismo, ha sufrido por culpa del «comercio injusto» y es una medida que justificó por la necesidad de defender el interés nacional de Estados Unidos dado que los dos metales «constituyen los cimientos de nuestra base industrial y de defensa».

En su momento el mismo Trump señaló que en su país el sector industrial había sido destruido por las agresivas prácticas comerciales de otros países que constituyen «un ataque sobre nuestro país», y consideró que la decisión tomada se adoptó por motivos de seguridad nacional por lo que es impugnable, dado que esto es algo que está permitido bajo las normas de la OMC.

Pero la medida adoptada por Trump incluso generó una disputa interna y fue cuestionada por el Partido Republicano por lo que el Senador Jeff Flake anunció que estaba trabajando en una propuesta legislativa para eliminar esos aranceles, advirtiendo que las guerras comerciales solo se pierden.

Más sin embargo el gobierno Biden en 2021 con la mediación de la Comisión de la OMC, ya había aceptado eliminar los aranceles a las importaciones provenientes de la UE sustituyéndolo por un sistema basado en volúmenes negociados, lo que llevó a Bruselas a suspender el caso en bloque. No obstante, respecto de los metales el gobierno ha mantenido los aranceles establecidos por su predecesor Trump para quien ésta era una de las herramientas centrales de su estrategia «Estados Unidos Primero».

Y como lo reseña el portaleleconomista.com.mx (2023) citando a AFP, originariamente la suspensión de esos aranceles impuestos a la UE era válida hasta el 31 de diciembre de 2023, pero el tribunal o comisión de la OMC decidió extender las medidas hasta marzo de 2025.

Varillas de acero fabricadas en Gerdau Ameristeel (St. Paul, Minnesota, Estados Unidos).
Fuente: sandiegouniontribune.com, cortesía de Jim Mone (AP)

 

Una negociación apaciguadora

En octubre del año 2021 Estados Unidos y la UE decidieron sentarse a la mesa con la mediación de la OMC y desactivar la guerra arancelaria al acero y el aluminio que desencadenó la administración Trump. Se logró un acuerdo que llevó meses de discusión y negociación, que si bien suspendió la aplicación de los aranceles para la UE sobre una cantidad indefinida de los dos productos, no lo fue total, como que tampoco para el resto de países que están por fuera del bloque comunitario y que demandaron la medida adoptada en su momento por la administración Trump ante la OM.

De esta manera la UE se comprometió a retirar las medidas retaliativas y ambos bloques acordaron no adelantar acciones y disputas legales. Antes de las medidas adoptadas por Trump, la UE exportaba a EEUU alrededor de 5.5 millones de toneladas anuales de acero y con el acuerdo quedaron exentas 3,3 millones de toneladas anuales, siempre que ese producto sean de total manufactura europea, por lo que cualquier cantidad que exceda este monto será sujeto de la aplicación del arancel del 25%.

Pero es de recordar que la suspensión de las medidas adoptadas por los dos bloques que iba hasta el 31 de diciembre del año pasado, fue prorrogada de común acuerdo hasta marzo del 2025, año en el que las partes una vez más deberían sentarse a la mesa de diálogo.

Según informaciones difundidas desde Estados Unidos, es de inferir que Joe Biden está decidido a mantener la alianza con los europeos como socios clave para gestionar algunos aspectos de la turbulencia global. En una comunicación que emitiera la Comisión Negociadora se afirma que la suspensión mutua de medidas restrictivas al comercio del acero «proporciona el tiempo y el espacio político necesario» para negociar una salida definitiva a la controversia.

Por su parte la representante de Comercio de Estados Unidos, Katherine Tai, en un comunicado sostuvo que las negociaciones son «técnicamente complejas», sin dejar de señalar que el objetivo de las conversaciones en marcha es incentivar producción «justa y limpia» en el segmento de la siderurgia.

Fuente: dw.com, cortesía de Francisco Seco

Pues bien, una tormenta comercial que se generó por la decisión de un presidente conservador -que se supone se inspira en la doctrina del librecambismo en el comercio mundial- de dar un giro hacia el proteccionismo invocando razones de seguridad nacional que lo condujo a imponer aranceles a dos metales claves para el mundo, vale decir, el acero y el aluminio, desembocó en una guerra comercial entre dos de los más grandes actores económicos del planeta, que en últimas terminó afectando no solo el comercio de los mismos sino que presiono un alza determinante en el precio internacional con los nefastos efectos sobre los costos de producción de la industria metalmecánica, de la construcción y muchas otras, en las que son un insumo esencial para la producción correspondiente.

Retaliaciones y demandas, finalmente condujeron a que los dos colosos económicos se sentaran a negociar habiendo logrado un acuerdo que se extendió hasta el 2025, con lo que se apaciguaron las turbulencias temporales pero quedando pendiente los avances que logren mediante conversaciones persistentes hasta que venza el plazo prorrogado. Ya veremos en que concluyen los esfuerzos negociadores de mantenerse una vocación conciliadora.

Fuente: freepik.es, cortesía de KamranAydinov

 


Referencias