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Arquitectura y Urbanismo que discriminan (I): La Antigüedad

«Una nación no debe juzgarse por cómo trata a sus ciudadanos con mejor posición, sino por cómo trata a los que tienen poco o nada» – Nelson Mandela

La historia de la humanidad ha sido la de la discriminación que ejerce el más fuerte o el que se cree superior respecto de los que ellos mismos consideran inferiores o indeseables. Esta tendencia no ha estado ausente en relación con los asentamientos humanos y las realidades residenciales en diversas regiones y ciudades del planeta en el pasado.

Por lo tanto la discriminación residencial no es un asunto nuevo y no hay duda de  que la arquitectura y el urbanismo han jugado un papel clave en ello.  No obstante ser un fenómeno único -sin ser la exclusiva forma de discriminación-, en diferentes etapas de evolución de las sociedades y en diversas latitudes ha podido expresarse de distintas maneras.

Frente a este fenómeno ha hecho carrera la idea de que la segregación residencial está estrechamente relacionada con la desigualdad social, pero al parecer el asunto también tiene otras aristas, una de ellas, la cultural que se crea y recrea en torno al modo de producción y de acumulación, y en consecuencia de las relaciones de poder que de ello se deriva.

La gentrificación a través de la historia
Fuente: varias (composición digital)

Lo cierto es que, como lo señala Arriaga y otro citando a Levy y Brun (2012, p.  147) hoy hay consenso en que la segregación residencial remite a «formas de desigual distribución de grupos de población en el territorio». Anota el mismo que también hay acuerdo en que esta segregación se manifiesta de diferentes maneras: a) la proximidad física entre los espacios residenciales de los diferentes grupos poblacionales. b) la homogeneidad social de las distintas subdivisiones territoriales en que se puede estructurar una ciudad; y c) la concentración de grupos sociales en zonas específicas de una ciudad (Arriagada Luco, y otros, 2003).

Pero ¿cómo era la discriminación residencial en la antigüedad o en el pasado?

Según Arriagada y otro (2003) la Atenas de Pericles y también la Roma Imperial tenían segmentaciones territoriales de tipo social y político. En la Grecia clásica las ciudades que históricamente más la representaron -Esparta y Atenas- presentaban características similares, lograron expandirse y abarcar amplios territorios. Generalmente se organizaban en torno a tres pilares básicos: La Acrópolis, La Murallas y el Ágora (Liceo Carmela Carvajal, 2021).

Las polis solían crecer en torno a las ciudades fortificadas, construidas aprovechando alguna elevación en la que se ubicaba la acrópolis que era el lugar para la adoración de los dioses.  Las murallas -que eran defensivas- rodeaban los principales barrios de la polis, a modo de refugio en tiempos de guerra, pero no todos los barrios quedaban cobijados, por lo que puede inferirse que ésta era una forma de segregación residencial.

El Ágora, que era una creación exclusivamente griega, dentro de las grandes ciudades constituía el centro neurálgico, el corazón de la ciudad, en la que se concentraba la actividad comercial y pública. El área urbana estaba conformada por barrios, casas, calles, mercados, fuentes de agua, edificios públicos, teatros, gimnasios, etc.

Representación de un área urbana en la serie «Roma» (HBO, 2005)
Fuente: imperioromanodexaviervalderas.blogspot.com

Traduciendo lo que reseña Arriaga y otro de la Roma Imperial,  se tiene que en «Las colinas al sur -donde se encuentra el palacio imperial- eran las zonas residenciales de los ricos. El alto funcionario vivía en la colina de los Diez Mil Pinos, y los comerciantes que habían hecho fortuna en el comercio marítimo vivían en el Monte Fénix, más al sur…, y en los distritos más pobres de la Vía Imperial, la densidad era probablemente de 324 personas por acre… Hay un sorprendente contraste entre la planificación espaciosa de las amplias vías que atraviesan la ciudad, la monumentalidad de las murallas y puertas, el esplendor de los edificios oficiales y de los templos, y la estrechez de las callejuelas y hacinamiento caótico de los barrios más pobres».

Por lo que respecta a la época medieval -vigencia del sistema feudal entre siglos X y XV- es sumamente difundido que la sociedad estaba organizada en estratos que ya de por si era una forma de segregación social. En el sistema feudal la condición social de los hombres se determinaba por la propiedad de la tierra: quién posee tierra es libre y quien no es reducido a la servidumbre -gleba-, la más determinante forma de segregación. El territorio se organizaba en torno a los feudos que además de contener todas las tierras pertenecientes al mismo también incluía bosques y pastos para el ganado, la vivienda del señor feudal -generalmente un castillo-, las viviendas de los campesino -chozas-, tierras cedidas por el señor feudal a los campesinos, y tierras reservadas al señor que las hacían producir los siervos.

Carcassonne (Occitania, Francia), el ejemplo arquetípico sobre una fortificación urbana en la era feudal
Fuente freepik.es – Cortesía juliasok

Alrededor de los feudos se levantaban los burgos que eran poblados o ciudades formadas por propietarios libres fuera del feudo que en su mayoría se dedicaban al comercio incipiente, que era el grupo social más homogéneo y menos diferenciado entre sí, más no respecto de la clase feudal.

Birmingham (Inglaterra) a inicios del Siglo XX, representado en la serie Peaky Blinders (BBC, 2013)
Fuente: globalfilmlocations.net

En la época posfeudal y premoderna a decir de Arriagada y otro los mapas de París trazados por Toussaint Loua de 1879 y Bertillon en 1899 indican sin ambages como ricos y pobres se localizaban en zonas disimiles de la ciudad. Acudiendo a la descripción que realizara Federico Engels de Manchester en 1845 pone en evidencia el abandono de las viejas casonas de la ciudad preindustrial y la paulatina ocupación de dichas casonas por obreros con una fuerte mescla de sangre irlandesa. Es decir en los tradicionales centros se fueron ubicando los obreros -sector menos pudiente- y en particular los que no eran pura sangre inglesa, mientras que los ricos se fueron desplazando hacia la periferia.

Recurriendo a Touraine (1999) sugiere que el tránsito de las ciudades estado -en las que habían muchos espacios para la interacción, el encuentro y la mezcla sociales- a las preindustriales o posindustriales hizo que en éstas últimas la fragmentación y la segregación fuesen la norma, que en el caso de Londres la convirtió en la ciudad de la burguesía mientras que el pueblo se sentía eliminado.

Acogiendo los estudios realizados por diversos investigadores acerca de las ciudades poshispánicas como Buenos Aires, Santiago, Lima y México, reseña que «son concluyentes en términos de encontrar localizaciones específicas y diferenciadas para las élites, los emergentes grupos medios y el bajo pueblo ya a finales del siglo XIX».

En el siglo XX en Europa se fue consolidando lo que se conoció como la ‘ciudad compacta’. Es el modelo opuesto a la ‘ciudad dispersa’ y se caracteriza «por ser densa, con mezcla de usos que promueven la actividad económica e incentivan recorridos cortos para el desarrollo de las labores cotidianas de los ciudadanos, con alta dependencia del transporte público» (Banco Iteramericano de Desarrollo, 2012).

Con la emergencia del Estado Soviético -a partir del 1917- que agrupó a varias repúblicas con el liderazgo de Rusia, se impuso una nueva urbanización en la mayoría de las ciudades de aquellas que giró en torno al modelo «ciudad-fábrica».

A partir de la década del 30 se comenzó la construcción de nuevas ciudades soviéticas asociadas a la industria minero/extractiva. Este período stalinista se caracterizó por una  dramática escasez de viviendas, y la segregación socioespacial y desigual entre las élites y la clase trabajadora. Los trabajadores vivían en casas comunales compartidas.

Para salir al paso el Estado Soviético lanzó un programa de emergencia de construcción masiva de viviendas en todo el territorio -bajo la ideología oficial igualitaria- que se materializó en los microdistritos. Este nuevo modo de urbanismo consistía en un complejo residencial de nuevo tipo consistente en edificios construidos a base de paneles prefabricados, separados por patios interiores provistos de parques infantiles, espacios verdes, y al menos, en teoría, de equipamientos educativos, culturales y sanitarios. La arquitectura era hiperestandarizada y estaba basada en materiales de bajo costos, pero la planeación era innovadora. Con ello se supera la segregación socioespacial creando un entorno en el que deseaban vivir todas las clases, estableciendo un equilibrio entre el espacio privado -cada familia tenía un piso independiente a cambio de las casas comunales compartidas- y el espacio público (Sechi, 2021).

Distrito Urbanístico Soviético
Fuente: vientosur.info

Con la caída del muro de Berlín -disolución de la URSS- muchas ciudades comenzaron a tomar rumbos urbanísticos diferentes. Una de ellas fue Budapest, que habiendo sido un modelo de ciudad europea compacta y luego la de los distritos, hoy luce más «en su periferia como un paisaje del ‘sueño americano’», lo que indica «que se está construyendo una nueva utopía burguesa» (Peters, 2021).

Budapest está creciendo de manera desordenada en su periferia y se está produciendo una nueva segregación residencial. «Mientras que las viviendas existentes en algunos distritos de zonas urbanas -vestigios urbanos soviéticos- deprimidas del lado de Pest se están deteriorando rápidamente, …el mercado de la vivienda en las colinas de Buda está en auge. Con cocinas americanas, garajes dobles y jacuzzi», agrega Peters. Acota el mismo que «las nuevas familias viven en viviendas unifamiliares independientes al estilo americano (…) no conocen a sus vecinos, van a trabajar a Praga en coche, tienen un césped cuidado y grades garajes…», por lo que las grandes ciudades europeas exsoviéticas están dejando de funcionar en torno al transporte público y ahora lo hacen en torno al auto privado.

Edificio degradado en el casco antiguo-Distrito VIII-Budapest
Fuente: Budapest Project.ISR.TU, Berlín, referido por Peters.

En conclusión, se tiene que la segregación o discriminación residencial ha sido casi que una constante en diferentes momentos de la evolución de las sociedades humanas, y cada vez más es una tendencia que se asocia al modelo de desarrollo y la filosofía económica en boga, que en el inmediato momento subsiguiente a éste, tiene una connotación muy particular. Ya en artículo posterior, se abordará el fenómeno en el momento actual y especialmente en las ciudades tercermundistas, particularmente latinoamericanas.


Referencias

Por: Jorge Iván Campos

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