Las construcciones en las que se prepara la partida eterna de un ser querido y se comparte en sociedad el primero duelo, deberían ser revitalizadoras
Las ramas o especialidades de la arquitectura son tan diversas como las necesidades mismas que van emergiendo para la humanidad en distintas épocas y culturas. Muchas de ellas tienen un origen milenario y otras por fuerza de la modernidad surgieron como las de los aeropuertos, hangares, oleoductos, refinerías, plantas fabriles, etc.
Pero especialmente hay una que aunque milenaria y aún muy presente, poca referencia de ella se hace a pesar de su significancia para la vida espiritual y afectiva de los seres humanos, esa que se enmarca en la trascendencia de la vida a la eternidad.
Recurriendo a la historia puede afirmarse que esta rama de la arquitectura e ingeniería nace con lo que es considerado como el monumento funerario más antiguo, vale decir, la Tumba de Ciro, El Grande. Nos referimos entonces a la Arquitectura Funeraria que con el paso del tiempo fue bifurcándose: La de las tumbas propiamente o en general la de los cementerios, y la de las funerarias. La primera, que es la que comprende el diseño y construcción de esos complejos que constituyen la última morada de la humanidad corpórea, y la segunda, que se refiere a los espacios que albergan todo el ritual de preparación del cuerpo y velación de la partida del alma del difunto antes de pasar a su última morada física.
Una característica común a esta bifurcación de la arquitectura funeraria está estrechamente ligada a manifestaciones religiosas y espirituales, dado que la muerte humana es tratada como un asunto místico, y su ocurrencia es asumida como un duelo que se predica respecto de la pérdida de un alma humana.
Por su parte Juhani Pallasmaa, citado por Zatarain, decía en su libro «Los ojos de la piel» que la arquitectura «está profundamente comprometida con cuestiones metafísicas del yo y del mundo, de la interioridad y de la exterioridad, del tiempo y de la duración, de la vida y de la muerte» (Zatarain, 2019).
La Arquitectura Funeraria puede definirse como «la rama de la arquitectura en la que se trabaja mano a mano con científicos, para entender de forma objetiva como el entorno modifica nuestras emociones. Con ella se busca construir espacios que mejoren el bienestar de las persona» en los momentos por los que están transitando sus familiares y allegados ante la pérdida de un ser querido. El desarrollo de esta rama supone el aporte de disciplinas tradicionales como la sociología, la historia, la antropología que estudian la cultura y costumbre vernáculas, o la evolución de la sociedad particular en la que se construyen, pero también de la más moderna disciplina de la neurociencia.
Pero quizás el aspecto más determinante que se mezcla con la disciplina arquitectónica para generar en cada lugar dichas construcciones es la religión que se profesa localmente. Es claro que el arquitecto de antes y de ahora no habría y no ha de ignorar la tradición ni la religión en el momento de concebir una obra de esta naturaleza.
Castañeda se atreve a plantear que aunque en la historia hubieron grandes monumentos funerarios que engrandecieron para siempre el arte de la arquitectura, en la actualidad se ha dejado de estudiarla y practicarla (Castañeda Gómez). Entre esos grandes ejemplos refiere las pirámides de Egipto, Taj-Mahal y muchos otros mausoleos y tumbas que deben su existencia a grandes arquitectos.
Tradicionalmente el ambiente funerario, especialmente en occidente y bajo la égida de la fe católica, ha tendido a ser silente, lúgubre, ceremonial y sacramental y en no poca medida estas características han estado presentes en los diseños y construcciones tradicionales proyectados con este fin.
Pero esta tendencia parece estar cambiando por lo que comienzan a verse diseños que sin abandonar el carácter ceremonial pretenden crear ambientes más inspiradores, liberadores -y por qué no alegres- con diversidad de espacios para sobrellevar el duelo de una manera más apacible y esperanzadora, siendo aquí donde entra a tomar partido el aporte de la neurociencia, que especialmente se ocupa del estudio de las reacciones del cerebro ante los estímulos que provienen de las emociones.
Un ejemplo icónico es el referido al encargo realizado por la oficina mexicana de arquitectura Tatiana Bilbao Estudio, que a decir De León «la carga simbólica de una casa funeraria, al igual que la de un crematorio o cementerio, tuvo como centro el fallecimiento de un ser querido, así como el proceso por el que pasan los familiares y amigos» (De León Languré, 2020).
Este encargo condujo al diseño y construcción de una Casa Funeraria en el Estado de San Luis Potosí, México, que se concibió básicamente con dos finalidades o funciones: ser la sede de rituales sociales y religiosos dedicados a las personas fallecidas y preparar los cuerpos para el velorio. De esta manera la edificación se divide en dos plantas: la baja en la que tienen lugar todas las actividades sociales, y el sótano en el que ocurren todas las actividades relacionadas con el tratamiento de los cuerpos.
Para De León, este proyecto «parte de la idea que tanto la vida como la arquitectura se componen de fragmentos donde las transiciones y los límites adquieren particular relevancia». Y agrega que «para materializar estos conceptos se pensó en el vestíbulo y área común principal como un espacio intermedio pergolado que cambia a lo largo del día, transmite la sensación de temporalidad y permite el acceso a los velatorios, cada uno con una sala anexa donde las personas pueden convivir en un acto social en donde incluso la persona difunta pasa a un segundo plano».
Anota De León que además de capillas, jardines, patios y salas, el conjunto también incluye oficinas administrativas, florería y guardería. El estudio al que se le encomendó el diseño y construcción consideró importante incluir en el vestíbulo y jardines vegetación que ayudara a crear un equilibrio entre la vida y la muerte, y así también remarcar los conceptos de continuidad y paz.
De León no deja de apuntar que en muchas otras partes del mundo el fallecimiento de una persona impone respeto y duelo, pero que en países como México se le suele aceptar como una razón más para encontrase y juntarse en familia, y reencontrarse con seres queridos para recordar juntos momentos agradables de la vida, por lo que en este aspecto entran las ciencias sociales -sociología, historia, antropología, etc.- a jugar papel fundamental en la definición de los diseños que delinearán la construcción de tan singular tipología arquitectónica.
Zatarain considera que concebir una Casa Funeraria «es de los proyectos más complejos para un arquitecto, debido al profundo peso simbólico que contiene». Refiriéndose a otro proyecto, el de la Funeraria Tangassi de Tatiana Bilbao, agrega que «Empezar este proyecto y pensar en la muerte como tema central, hizo que la concepción del proyecto y la definición del espacio estuviesen determinados por ideas como límites, transiciones, permanencia y temporalidad, y como estos conducen la noción del fin de la vida».
En conclusión, se tiene que la Arquitectura Funeraria es una especialidad arquitectónica que procede desde la antigüedad, que desde sus orígenes ha estado asociada al proceso socializado de sobrellevar el duelo por la pérdida de un ser querido y a la preparación de su partida hacia la eternidad. Bajo esta rama en la actualidad las construcciones, por su peculiar naturaleza, tienden concebirse de la mano de disciplinas del conocimiento como la neurociencia que permiten escudriñar los estímulos cerebrales a partir de estímulos provenientes de las emociones, pero también de las ciencias sociales, que se ocupan de auscultar las costumbres y creencias religiosas de cada pueblo que finalmente han de delinear sus diseños y estilos.
Esta especialidad arquitectónica, que es muy relevante para los sentimientos y sensaciones de los seres humanos, venía en decadencia, pues su estudio y práctica se había abandonado paulatinamente. No obstante, un movimiento modernista promete darle impulso de tal forma que impacte de manera más positiva y esperanzadora la necesidad de transitar por el duelo, por la perdida y la partida eterna de un ser querido.
Referencias
- Castañeda Gómez, Héctor. ciencia.lasalle.edu.co. Arquitectura Funeraria: morada de almas y recuerdos. [En línea] https://ciencia.lasalle.edu.co/cgi/viewcontent.cgi
- De León Languré, Daniel. 2020. arquitecturayempresa.es. Casa funeraria Tangassi: arquitectura entre la vida y el duelo. [En línea] Arquitectura&Empresa, 3 de noviembre de 2020. https://arquitecturayempresa.es/noticia/casa-funeraria-tangassi-arquitectura-entre-la-vida-y-el-duelo
- Zatarain, Karina. 2019. archdaily.co/co. Día de Muertos: 5 proyectos que conmemoran la muerte en México. [En línea] 2 de noviembre de 2019. https://www.archdaily.co/co/882835/dia-de-muertos-5-proyectos-que-conmemoran-la-muerte-en-mexico
- Imagen de portada. Tumba Inghirami de Volterra (Florencia, Italia). Fuente: Facebook.com – Cortesía Civilizaciones Antiguas: Egipto, Mesopotamia, Grecia, Roma