La historia de la arquitectura registra ciclos que se han movido entre lo admirable y lo decadente
No son pocos quienes desde el deber ser afirman que la arquitectura no es ciencia, más si una disciplina, no exacta, que se trasforma y no está sujeta a estereotipos o patrones formales o sociales. Esta premisa en el fondo pretende resaltar que se trataría de una disciplina que comparte sus raíces con las humanidades, puesto que sus productos se basan en los comportamientos humanos como su elemento de estudio central.
De ahí que desde esta perspectiva se lance una crítica al modernismo arquitectónico en tanto que se considera que situó a la arquitectura en el lado de la técnica haciendo al lado la parte humana de la profesión y olvidando lo espontáneo de las conductas humanas. Aunque cuestionable esta postura como toda creación humana, sirve de abreboca a la discusión sobre la esencia y el rol del arquitecto en estos tiempos modernos, de consumismo y de globalización, para introducir el paralelismo entre el profesional de la arquitectura y el arquitecto.
Este paralelismo pretende partir de la consideración, sugerida por Castaño y otros (2005), de que la arquitectura en su materialización, «dio a la sociedad en el pasado metáforas lingüísticas; mientras que en la actualidad se rige bajo parámetros estándares ceñidos a una rigurosidad técnica, funcional, económica y mercantilista» (Castaño, y otros, 2005).
Breve reseña evolutiva de la arquitectura
La finalidad originaria o primaria de la arquitectura sin duda fue el albergue en tanto que la defensa contra los diversos elementos atmosféricos y del entorno guío al hombre a satisfacer su necesidad de cobijo, hasta hacer de su espacio un lugar agradable y cómodo. Es lo que Castaño y otros denominan como «el componente estético o la necesidad estética de los hombres que evidencia un verdadero sentido del confort». No obstante en diferentes épocas adoptó un papel particular conforme a las circunstancias de tiempo, modo y lugar por las que ha pasado la evolución de la humanidad.
La arquitectura como representación cosmogónica
Superado su alcance estrictamente de provisión de soluciones para el cobijo -vivienda- inicia el desarrollo de su capacidad representativa. La arquitectura entonces comienza a perfilar su intencionalidad artística marcando los primeros indicios del arte como constituyente de ella. Los productos arquitectónicos son ahora la materialización de la necesidad del hombre de representar en las construcciones, las inquietudes y percepciones qué éste comienza a descubrir respecto de los enigmas y manifestaciones del cosmos, como si fuese una creación plástica.
De esta manera la arquitectura pasa de la casa de habitación para protegerse de las inclemencias del tiempo a la casa de los muertos, la tumba, por lo que la tumba se convierte en tema central de la arquitectura, que «acompañada del arte, se fundía en un solo elemento estético como representación de una habitación dada para el más allá», a decir de Castaño y otros. Las pirámides, los hipogeos, los sarcófagos, los mausoleos y demás construcciones encontrados alrededor del mundo son ejemplo de ello, a la vez que, testimonios que «fundamentan los cimientos y la génesis de la arquitectura, bajo el sustento que gira entorno del mito y de lo mágico».
En esta misma línea, luego se pasa de la casa de la muerte a la casa de dios o de los dioses. Surge así la arquitectura religiosa, la de «los templos, los lugares ceremoniales en donde la idolatría, la adoración, el sacrificio y el sacerdocio se hacen presentes y definen un espacio muy determinante en la habitabilidad (aparece acá una demarcación social, al introducirse la figura del hombre santo en la definición de las características urbanas de los poblados)», como lo subrayan Castaño y otros. Ejemplos de ello son los templos, las catedrales, las mezquitas, las sinagogas o las malocas.
La arquitectura renacentista
El renacimiento marca una nueva era y un nuevo sentido para la arquitectura. Aparece el palacio señorial, la casa del hombre preeminente, la del rey, la nobleza o un poco después, de la burguesía. Fue la época en la que las condiciones económicas definían las diferencias habitacionales de los espacios diseñados y los arquitectos estaban sometidos a la voluntad de aquel hombre o clase dominante quienes eran los que determinaban el tipo y estilo de la construcción elaborada.
La arquitectura modernista
El fenómeno social que impulsa la revolución industrial que marcó el paso de la producción del taller artesanal a la producción en serie gracias a la banda, el desarrollo de la máquina y la planta de producción a gran escala, modificó el modus vivendi: se pasa de la vida rural a la vida urbana. La gran masa de mano de obra que ahora demandaba la planta industrial que por excelencia se instaló en las modestas urbes, provocó un éxodo de grandes dimensiones del campo a la ciudad, lo que impuso un nuevo sentido a la arquitectura.
Esta nueva lógica, refractaria de la arrolladora producción industrial impone la necesidad de vivienda para todos los hombres, especialmente para esa nueva y creciente maza obrera que absorbe las urbes, resultando finalmente la «vivienda seriada y la planificación sistemática de las ciudades», como lo reseñan Castaño y otros. Y como lo anotan los mismos, comenzó así la época en la que «la técnica tuvo un gran impulso y un gran avance sobre el arte, el cual se vio relegado a otra instancia no tan relevante como lo era en los períodos anteriores».
Pero el advenimiento de la postmodernidad y la llegada del siglo XXI -con la expansión de un pensamiento económico dominante- que implican la profundización de la ciencia y la tecnología aplicada a diversos quehaceres humanos, al parecer han profundizando la tendencia referida, no obstante que, en medio de ello, la arquitectura se ha visto avocada a incursionar en terrenos novedosos, pero no por ello ha podido quitarse la etiqueta que en la modernidad se ganó con creces. Para dar continuidad a este hilo conductor y poder entender que está pasando con el arquitecto y la arquitectura en la posmodernidad, éste análisis se continua en una segunda entrega de este artículo.
Referencias
- Castaño, José Elmer, y otros. 2005. redalyc.org. La enseñanza de la arquitectura: una mirada crítica. [En línea] diciembre de 2005. https://www.redalyc.org/pdf/1341/134116845008.pdf
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