El progreso trae consigo la inexorable pérdida de patrimonios arquitectónicos inigualables
El céntrico y emblemático parque de la Independencia o Centenario de Bogotá hace ya más de un siglo -1910- albergaba una serie de iconos arquitectónicos que en su momento no dejaron de representar aportes constructivos apreciables.
Cuando el parque se fundó le instalaron algunos elementos recreativos siendo dos de ellos algo novedoso que para la época se consideraba de vanguardia. La «Cámara Oscura», un cuarto que captaba imágenes del exterior como una cámara fotográfica y un «Carrusel» impulsado por energía de vapor. Pero lo que más motiva este reporte es un hecho histórico muy importante que trajo consigo un conjunto de construcciones de diversos estilos arquitectónicos que en su momento fueron emblemáticos. Al respecto Arcos-Palma reseña que «Mucho se ha escrito sobre la exposición del Centenario de 1910 y los monumentos arquitectónicos y escultóricos que poblaron transitoriamente el Parque del Centenario de la Independencia, construido en los predios del Bosque de San Diego, propiedad del señor Antonio Izquierdo, para celebrar un siglo de emancipación de la madre patria» (Arcos-Palma, 2022).
El parque debe su nombre a que allí se llevó a cabo la conmemoración del centenario de la independencia de España con la Exposición Nacional del Centenario que a decir de Fabio Zambrano, citado por Iregui, constituyó una «Contundente declaración de modernismo» (Iregui, 2007). Agrega que desde inicios del siglo pasado el parque de la independencia y sus alrededores, se constituyeron como el espacio de representación de los símbolos de la modernidad local.
Según Diego Andariego, esta exposición realmente fue toda una feria internacional agrónoma e industrial, y también cultural. Pese a que ésta no era la primera de su género que se realizaba en Colombia, si fue la más anunciada y promocionada dado el significado histórico del evento. Según el mismo, «siguiendo las corrientes de las grandes ferias de París y EE.UU., se construyeron siete pabellones fijos más otros transitorios, que finalmente terminaron siendo todos unos monumentos arquitectónicos como expresión de la corriente neoclásica». (Andariego, 2022). Miremos algunos de ellos.
Pabellón de Bellas Artes
Levantado por los arquitectos Arturo Jaramillo y Carlos Quiñonez Camargo -quien fuera el primer arquitecto graduado de la Universidad Nacional- era una estructura muy grande que según Arcos-Palma «materializó el estilo francés art nouveau, mesclando tradición y contemporaneidad». Fue uno de los edificios más destacados junto al Pabellón Egipcio destinado a las labores femeninas y los pabellones de Máquinas, Industria y de la Luz en la exposición. El pabellón, al igual que los demás, fue construido en tiempo record de cuatro meses con dineros del Estado y particulares.
Según Arcos-Palma contaba con una planta rectangular que se organizaba a partir de un espacio longitudinal central de mayor altura y dos laterales. Estos últimos contaban con una iluminación cenital -que viene de lo alto y se transmite a través de una abertura alta de un muro- y grandes ventanas laterales. El cuerpo central se hacía evidente en la fachada con dos robustas pilastras que enmarcaban la entrada y flanqueaban una escalera que conducía a la puerta principal. Las fachadas de los dos cuerpos laterales se organizaban alrededor de accesos axiales enmarcados también por pilastras. El conjunto estaba coronado por una cúpula octogonal que se apoyaba sobre un tambor con ventanas elípticas.
Durante la feria, en este pabellón tuvo lugar la Exposición Nacional de Artes en la se expusieron diversas obras de arte entre pinturas, esculturas, retratos y dibujos.
Pero ¿Por qué esta monumental joya arquitectónica con fines culturales ya no está en el histórico parque bogotano? Pues bien, en la década del 50 -en el gobierno de Rojas Pinilla- se derribó para dar paso a la construcción de la que sería la Avenida 26 o Jorge Eliecer Gaitán, con el fin de conectar el centro de Bogotá, al oriente, con el Aeropuerto Internacional El Dorado, al occidente de la ciudad.
Pabellón de la Industria
Según Triana, referido por Correa, éste era el Pabellón Central y el más grande de los edificios que se construyeron para la Exposición y fue construido en cien días (a partir del 14 de febrero) por los arquitectos Mariano Santamaría y Escipión Rodríguez, con un costo de $22.000 oro (Correa R., 2010). El diseño de este pabellón se inspiró en la tendencia arquitectónica oriental. Bermúdez Urdaneta y otro, en la descripción que hicieran de él reseñan que:
«poseía una planta rectangular que medía 54 metros de fondo por 25 metros de frente e interiormente se organizaba a partir de una nave central y dos laterales. El cuerpo central se anunciaba en la fachada con un arco de doce metros de diámetro que se apoyaba sobre dos pequeños volúmenes. Estos últimos estaban rematados por un cornisamento decorado con veneras y un frontón triangular que flanqueaban una esbelta arcada apoyada en delgadas columnas que limitaban el vestíbulo de la edificación. Este cuerpo central a su vez tenía a sus costados dos torres de difícil filiación estilística, coronadas por cúpulas bulbiformes. Los pisos estaban pavimentados en cemento y tenía una capacidad para dos mil cuatrocientas personas» (Bermúdez Urdaneta, y otros, 2006).
Agregan -según el mismo Isaza- que el centro del pabellón estaba ocupado por una grandísima cúpula sostenida por muchas columnas, formado todo esto con tubos de gres de los señores Santamaría y Moore, y se ven allí todas las clases, diámetros y dimensiones de estos tubos, tan notables que, por no ser porosos, prestan incalculable servicio para los acueductos con presión (Isaza, 1911, p.219).
En este pabellón se alojaba la muestra industrial que exhibía artículos de cerámica, fotografía, litografía, panadería, pastelería, cigarrería, licorería, sastrería, zapatería, talabartería y carpintería, así como productos farmacéuticos, chocolates, tejidos, velas y jabones.
Pabellón de la Maquinaria
El segundo edificio era el Pabellón de la Maquinaria, también construido en cien días por el arquitecto Escipión Rodríguez, con un valor de $15.000 oro.
Según Bermúdez Urdaneta y otro, recurriendo a la descripción que hiciera Isaza (1911, p. 218)…
«Era una edificación de tres naves que tenía veinte metros de frente por cuarenta y cinco de largo. Era el más transparente de todos y se organizaba a partir de una sencilla estructura compuesta por pilastras de mampostería que definían sus tres cuerpos, uno central y dos laterales. El acceso al cuerpo central lo anunciaban dos pilastras lisas que sostenían un dintel liso sobre el que se apoyaba una superficie acristalada rematada por un cornisamento que anunciaba una cubierta a dos aguas, en cuyo centro estaba el escudo nacional. Los cuerpos laterales, de menor altura, estaban también rematados por cubiertas a dos aguas y tenían al frente grandes relojes fabricados en Antioquia y Pacho. El primero fue luego instalado en la iglesia de Las Cruces y el segundo les recordaba a los visitantes de la Exposición cada media hora y cada cuarto de hora, que hay en la montaña genios superiores que realizan obras que ahora veinte años se habrían considerado imposibles» (Isaza, 1911, p. 218).
En este pabellón se exhibían productos de una fábrica de muebles y una de peinetas, varias máquinas de hilandería de las que según los inmodestos comentarios de la época Manchester se habría ufanado: relojes, obras de fundición de imprenta y catres de hierro, una pequeña serie de máquinas para beneficiar café, productos de una fábrica de tubos de gres, fábricas de fósforos, algunos motores a vapor y una rueda Pelton (Triana, 1910, 238).
Pabellón Egipcio
Bermúdez Urdaneta y otro, recurriendo a las apreciaciones de Triana, reseñan que
«este pabellón, se construyó en tan sólo cuatro meses y tenía capacidad para mil personas. Se erigió sobre una terraza a la que se accedía a través de escalinatas a cuyos costados había un par de esfinges. El diseño fue una libre interpretación del templo de Horus en Edfú, Egipto, que estuvo a cargo de los arquitectos Arturo Jaramillo Concha y Carlos Camargo Quiñones, quienes, a juicio de Miguel Triana, «obtuvieron con él un brillante triunfo artístico, por la corrección del estilo seguido en todos sus detalles y decorados de un gusto exquisito» (Triana, 1911, p. 238).
Agregan que el pabellón poseía una planta rectangular que medía catorce metros de ancho por treinta de largo. La fachada principal era simétrica y poseía tres cuerpos, uno central y dos laterales. El cuerpo central, que precedía ligeramente a los cuerpos laterales, tenía dos columnas con capiteles vegetales que flanqueaban el acceso principal que estaba coronado por un friso liso decorado con motivos egipcios. Los cuerpos laterales poseían sencillas ventanas rectangulares determinadas por pilastras lisas, decoradas con largas antorchas, y en los extremos, a manera de acróteras, esculturas de la esfinge.
Según Isaza, referido por Urdaneta y otro, este pabellón se destinó a la exhibición de las «obras de mano de las damas y, especialmente, de las sostenedoras de las salas de asilo» (Isaza, 1911, p. 234). Fue demolido en la década de los años treinta.
Quiosco de la Luz
Fue construido por los hermanos Samper Brush, hijos de Miguel Samper Agudelo (1825-1899), quienes poseían desde 1895 el derecho de abastecer de energía eléctrica a Bogotá y en 1909 establecieron la primera planta de cemento en las inmediaciones de la Estación de La Sabana. Ellos ofrecieron proveer la energía para toda la feria de manera gratuita, a cambio de que les permitieran hacer presencia en el evento. Esta construcción albergaría la planta eléctrica que suministraría el fluido eléctrico a toda la feria.
Bermúdez Urdaneta y otro, precisan que la obra de esta sencilla edificación estuvo a cargo del albañil Simón Mendoza quien siguió el modelo del belvedere o pabellón de la Música, construido entre 1778 y 1781 por el arquitecto francés Richard Mique (1728-1794) en el conjunto del Petit Trianon en el parque de Versalles en París. Apuntan que esta sencilla estructura tuvo el mérito, a su vez, de haber sido la primera edificación construida con cemento nacional producido por la Compañía de Cementos Samper.
Agregan que el Quiosco de la Luz es una edificación de planta octogonal, de un solo piso y tiene accesos en cuatro de sus costados y ventanas en los otros cuatro. Posee una fachada decorada con un cornisamento, que tiene un friso ornamentado con guirnaldas, y está rematada por un ático abalaustrado que limita una cúpula. Las puertas están coronadas por frontones triangulares que se apoyan en ménsulas y en la parte superior de las ventanas hay imágenes alegóricas a las cuatro estaciones.
De todas las edificaciones que se construyeron en el Parque Centenario para albergar las distintas exposiciones de la feria de 1910, ésta es la única que aún existe. Con el tiempo se le han dado distintitos usos y en 2005 se le hizo una restauración. Actualmente sirve como punto de información del parque, pero la mayor parte del tiempo permanece cerrado.
En fin son muchas más las construcciones que se levantaron en éste parque con motivo de la feria centenaria, entre ellos el Pabellón Japonés, el Kiosco de la Música, etc., pero por el espacio no es posible abordarlos todos. Lo cierto es que estas construcciones fueron íconos arquitectónicos que marcaron toda una época, y de haber persistido, hoy serían un patrimonio arquitectónico y cultural invaluable, pero la fuerza del progreso hizo que dejaran de existir. Quizás una mejor planeación urbana los hubiese salvado.
Referencias
- Andariego, Diego. 2022. Los asombrosos edificios de 1910: La Bogotá que ya no existe. [Youtube]. [int.] Diego Andariego. https://www.youtube.com/watch?v=yls7SnhqODU; Youtube, 2022.
- Arcos-Palma, Ricardo. 2022. revistacredencial.com. El Pabellon de Bellas Artes de 1910, la frustrada ilusión de una modernidad en Colombia. [En línea] 19 de julio de 2022. https://www.revistacredencial.com/historia/temas/el-pabellon-de-bellas-artes-de-1910-la-frustrada-ilusion-de-una-modernidad-en
- Bermúdez Urdaneta, José Roberto y Escovar Wilson-White, Alberto. 2006. revistas.javeriana.edu.co. Bogotá o la ciudad de la luz en los tiempos del Centenario: las transformaciones urbanas y los augurios del progreso. [En línea] https://revistas.javeriana.edu.co/index.php/revApuntesArq/article/view/9028/7333
- Correa R., Juan Santiago. 2010. revistas.uexternado.edu.co. El Kiosco de La Luz en el Centenario de la Independencia. [En línea] 1 de julio de 2010. https://revistas.uexternado.edu.co/index.php/ecoins/article/view/394/8499
- Iregui, Jaime. 2007. jaimeiregui.wordpress.com. [En línea] 20 de febrero de 2007. https://jaimeiregui.wordpress.com/tag/exposicion-del-centenario/
- Imagen de portada. Parque de la Independencia (Bogotá, Colombia – 1910). Fuente: pinterest.com