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Arquitectura y Urbanismo que discriminan (II): La Actualidad

Límite entre la favela pobre de Paraisópolis y el barrio rico de Morumbí. São Paulo, Brasil.
Fuente: elpais.com
La segregación residencial está presente en casi todos los países, pero en el tercer mundo es aterradora.

«Nuestra arquitectura es muy hostil y poco hospitalaria», es la fehaciente sentencia que lanza el clérigo brasileño Júlio Lancelloti para anticiparse a otra lapidara afirmación: «Un proyecto arquitectónico concebido desde el sistema neoliberal solo puede ser hostil» (Baratto, 2022).

Es la percepción que sobre la realidad de las urbes -particularmente tercermundistas- tiene de manera inequívoca este sacerdote católico que dirige la Pastoral do Povo da Rua en Sao Paulo, quien se ha dado a conocer en Brasil e internacionalmente por poner en la discusión pública y hacer llamados de atención a los gobiernos sobre la creciente desigualdad y la invisibilidad de los más vulnerables.

Especialmente ha puesto los ‘puntos sobre las ies’ acerca de lo que él considera la «hostilidad de nuestras arquitecturas y espacios públicos».

Vista aérea de Ciudad Bolivar. Bogotá, Colombia.

Fuente: www.unipiloto.edu.co

Interpretando un informe del Banco Interamericano de Desarrollo, BID, puede afirmarse que «mientras que en USA las élites se ubican en la periferia de las ciudades siguiendo el patrón anglo-americano de ciudad del suburbio inspiradas en la ideología anti-urbana de matriz protestante en las que se goza de todas las condiciones urbanísticas y ambientales para un hábitat de calidad elevada, en Americana Latina ocurre todo lo contrario: Los pobres se ubican en la periferia en donde no gozan de las condiciones mínimas dignas de habitabilidad, mal servidas… o en los centros que hoy ya se encuentran en franco deterioro social y ambiental, mientras que la población pudiente se desplaza de los centros a zonas que se aprecian más residenciales y de mayor valorización».

De otro lado, en el informe del BID se sostiene que «a lo largo del siglo XX las ciudades de América Latina exhiben un patrón de segregación residencial similar al modelo europeo de ciudad compacta. En las áreas centrales se concentran los grupos superiores de la escala social, y lo mismo ocurre con la mejor edificación y arquitectura» (Sabatini, 2021). En consecuencia las ciudades decaen social y físicamente hacia la periferia, con la sola excepción de la dirección geográfica en el que se fue formando una suerte de cono de ‘ciudad moderna’, por lo que barrios residenciales y comerciales ocupados por las altas capas y medias ascendentes fueron formando dicha área de mayor categoría, agrega el mismo estudio.

Villa 31. Buenos Aires, Argentina.

Fuente: www.archdaily.co

Volviendo al clérigo Ancelotti, Baratto refiere que apoyándose en el concepto de aporofobia -neologismo acuñado por la filósofa española Adela Cortina que significa rechazo sistemático de la pobreza y de los pobres- hace una descripción brutal de la realidad: «la ciudad no es hospitalaria. El pobre no es bienvenido».

¿Cómo se discrimina en la ciudad?

Fuente: criticaurbana.com

Y no deja de considerar un planteamiento del clérigo que es determinante según el cual la arquitectura y la ciudad son parte de un todo mayor, la sociedad, y el cambio que necesitamos es estructural.

A la pregunta que le hiciera  Baratto en la entrevista sobre si la ley que restringe el uso de técnicas de construcción hostiles en el espacio público y privado tiene una relación directa con la arquitectura y la ciudad, el sacerdote responde que «hay tres conceptos que están interconectados, o deberían estarlo. La arquitectura debe estar siempre al servicio de la dignidad y siempre en defensa de los derechos humanos. Los derechos humanos y la dignidad necesita que la arquitectura esté presente en la vida». Y agrega que «no hay ley que resuelva una injusticia social y estructural. Y ningún conocimiento es neutral, la arquitectura tampoco es neutral. Así como la ciencia no es neutral, tampoco lo es la medicina. Entonces todos ellos pueden ser manipulados para ciertos intereses».

Es claro que para el sacerdote brasileño la arquitectura al no ser neutral y por el contrario influenciable por los interese económicos, junto con todo desarrollo urbanístico en el mundo capitalista, especialmente en aquellas zonas altamente influenciadas por su mayor exponente -USA- como el caso de Latinoamérica, están determinantemente sometidas por la ideología neoliberal. Por la experiencia que ha vivido en su país ha podido concluir que ciudades como Sao Paulo está dominada por la especulación inmobiliaria en donde los intereses del mercado inmobiliario son dominantes. Y agrega que éste -mercado inmobiliario- es más importante que la educación y  la salud.

Cuestiona fuertemente que la arquitectura y toda la industria de la construcción e inmobiliaria de manera preconcebida establecen barreras para poner al margen a los sin techo, a los pobres y a los marginados, con lo que a su vez salvaguardan a los pudientes y sus complejos urbanísticos de esta especie de ‘lastre’. Y no escatima esfuerzo alguno para poner en evidencia los nexos estrechos entre esas industrias y el poder político que está en los congresos o asambleas legislativas estatales que terminan generando una especie de contubernio en torno a intereses meramente económicos que a los dos actores les resultan ambiciosamente comunes. 

En países como Colombia el fenómeno no es en absoluto ajeno. Al menos cuatro formas de discriminación residencial se pueden advertir:

  • Urbanizaciones Ilegales: También conocidas como ‘Urbanizaciones Piratas» son promovidas por urbanizadores igualmente llamados ‘piratas’ que invaden o comprar terrenos en la frontera verde o las laderas, es decir zonas marginales, y que luego venden por lotes a personas pobres que no pueden hacerse a viviendas en zonas centrales de la ciudades por los costos de las viviendas o de la tierra. Estos lotes por lo general no cuentan con las redes de servicios y obras de urbanismo, y en ellos los ciudadanos por autoconstrucción levantan sus casas sin normas técnicas y en su mayoría con materiales de baja calidad no convencionales como el cartón, la lona o el plástico -paroi- que por lo general solo tiene un espacio que a la vez es habitación, sala, cocina y cuarto de baño.
  • Urbanizaciones ICT: En sus momentos finales el extinto instituto estatal de vivienda -ICT- optó por desarrollar programas de vivienda, especialmente bajo la modalidad de autoconstrucción que entregaba casas ‘pobres para pobres’. Las unidades habitacionales terminaron siendo de tamaño muy reducido y con materiales de bajo costo que no ofrecían las condiciones de hábitat propias de la dignidad humana, y en muchos casos ubicadas en zonas marginales.
  • Urbanizaciones Privadas: Son los tipos promovidos originariamente por el sistema UPAC y la constructora Mazuera desarrolladas bajo la modalidad de conjuntos residenciales -casas y apartamentos- para la clase media con financiación del estado mediante subsidios, que si bien mejora la autoconstrucción o la vivienda ICT, siguen siendo viviendas estrechas que no satisfacen plenamente las condiciones necesarias para un hábitat que corresponda con la dignidad humana, convirtiéndose en otra forma de discriminación.
  • Gentrificación: Los procesos de renovación urbana en varias ciudades han venido generando fenómenos de gentrificación que ha ido desplazando a grandes masas de pobladores de sus barrios tradicionales hacia zonas marginales, en tanto que el valor que reciben por su propiedad no les alcanza para adquirir una nueva vivienda de las mismas características y en las mismas o mejores condiciones.

En consecuencia, Colombia ha venido implementando un modelo de desarrollo urbano en el que se evidencian las condiciones que rodean a las viviendas en un esquema de estratificación socioeconómica, según el cual las viviendas de mejores condiciones son apropiadas por los estratos 4 en adelante y por lo general ubicadas en los sectores con mejores servicios y mayor valorización, mientras que las que son propiedad de los estratos 3 hacia abajo por lo general están ubicados en la periferia donde se cuenta con una menor cobertura de servicios, las propiedades gozan de menor valorización y la calidad de la vivienda deja más que desear que las de los estrato 4 hacia arriba.

En el marco de la tesis que plantea el sacerdote Lancelloti puede afirmarse sin temor a equivocaciones que este fenómeno creciente en Colombia ha conducido a que la sociedad colombiana hoy por hoy sea una de las que más segrega a los pobres y sin techo en las ciudades, de la mano de la arquitectura y el urbanismo, en el concierto latinoamericano y quizás mundial.

De toda esta disertación surge entonces la pregunta ¿Qué hay que hacer y cómo se resuelve este fenómeno segregacionista urbano en las ciudades latinoamericanas?

Ubicarse en perspectiva para resolver el fenómeno no es nada fácil, más aún por que como lo reseña Lancelloti cambiar ese modelo «implica una lucha que el mismo ha motivado y asumido, pero anota que no es nueva, es muy antigua, y la mayor parte del tiempo seremos vencidos, pisoteados». Mas sin embargo el mismo sacerdote ha dado una pista que antes se esbozó rápidamente: «se requiere un cambio estructural».

Ese cambio debe comenzar por el desarrollo de un concepto que corresponda a la modernidad, que trascienda de uno meramente  mercantilista hacia uno humanitario y social, desde donde pueda emerger un modelo de urbanismo que acerque y no distancie a los seres humanos, como si unos y otros fuesen excluyentes a pesar de ser de la misma especie. Y ello solo puede ocurrir a partir de un cambio cultural y doctrinario desde la educación y la formación de profesionales en todas las disciplinas con especial énfasis en las de arquitectura, ingeniería, administración, economía, política etc.

Por lo que respecta a la disciplina de la arquitectura la tarea de rencausar su enfoque ha de ser arduo de tal forma que el nuevo profesional pueda combinar el emprendimiento con una profunda sensibilidad social de tal forma que pueda emerger desde su ejercicio un nuevo concepto de urbanismo que sea incluyente, y a la vez inspire nuevas políticas públicas de desarrollo urbano en esa dirección.

En segundo lugar demanda un cambio en las relaciones de poder y el deslinde de los intereses particulares de las decisiones políticas, un asunto en el que las ciudadanías tienen un papel clave por desempeñar.

Y finalmente las escogencias públicas deben traducirse en un cambio en las políticas públicas de todo orden con el nuevo enfoque, particularmente reflejadas en nuevas propuestas de desarrollo urbano con indeclinable carácter incluyente.

 En conclusión, se trata de modificar, así sea de manera paulatina pero sin pausa, ese modelo de arquitectura hostil y de urbanismo segregacionista. Un gran reto para la disciplina de Arquitectura y la industria de la construcción que los lleve a  embeberse de humanismo y sentido social, como lo propone el sacerdote jesuita Júlio Lancelloti.

Calle de los Estudiantes. Bucaramanga, Colombia.

Fuente: i.ytimg.com

Referencias

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Por: Jorge Iván Campos

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