La madera se proyecta como el material más sostenible para sustentar la construcción.
Desde hace tres días la ciudad italiana de Nápoles y sus alrededores viene siendo sacudida por una serie de temblores de tierra que en una sola noche han llegado a superar los 100 movimientos, a los que se les ha dado en llamar «enjambre sísmico».
Recientemente en una vasta región del sur de Brasil, más precisamente Rio Grande Do Sul, más de un millón de habitantes se han visto afectados por las inundaciones causadas por las fuertes lluvias que han azotado a la región y que además ha causado la pérdida de 90 vidas humanas, más de 150 desaparecidos y la destrucción material de viviendas y cultivos de todo orden.
En Colombia, después de afrontar un fuerte «fenómeno del niño» que ha causado pérdidas económicas inconmensurables y ha puesto al país al borde de un racionamiento de los servicios de energía eléctrica y agua, ahora se enfrenta a los albores del «fenómeno de la niña» que sin entrar aún en forma, ya ha provocado inundaciones que han causado sin número de desplazados y daños irreparables en diversas zonas urbanas y rurales, siendo la más critica la presentada en la Región de la Mojana.
Todos estos fenómenos y muchos otros que ocurren en distintas latitudes del planeta, muy seguramente están asociados al cambio climático, uno de cuyos factores más determinantes viene siendo la huella de carbono que se deriva de diversas actividades productivas, comportamientos y actitudes desarrolladas por la población mundial y los distintos sectores productivos.
Y para nadie es un secreto que una de esas actividades que aporta a esa huella de carbono es la de la construcción en toda su cadena. Datos oficiales indican que este sector genera el 38% de todas las emisiones de CO² del planeta y consume el 30% de los recursos globales. Un escrito de Urbem publicado por el portal Arch Daily (2024), reseñó que un informe de ARUP y el Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible destacó un descubrimiento crucial: la mitad de las emisiones de los edificios no proviene solo de la fase de construcción, sino también del carbono incorporado en los materiales utilizados, generado durante su fabricación y transporte (Urbem, 2024).
En medio de esta convulsión climática que amenaza seriamente la estabilidad del planeta, la madera emerge como una alternativa determinante para que desde este sector se contribuya a la mitigación del cambio climático, en tanto que es el único material que retiene carbono en lugar de emitirlo. ¿Pero por qué la madera?
Varias son las razones que perfilan este material como una alternativa sistémica en la perspectiva de contribuir a la mitigación de las emisiones de efecto invernadero: Primero, porque es un material que no emite CO² sino que lo retiene o absorbe. Segundo, puede producirse a partir de recursos naturales renovables, con todos los beneficios conexos que la silvicultura encarna. Tercero, proviene de una materia prima que es altamente industrializable sin causar mayores efectos en su proceso de transformación. Cuarto, es fácilmente reciclable para su reutilización.
La silvicultura como alternativa sostenible para la construcción
La mayor virtud de la madera que se usa en la construcción estriba en que se puede extraer de cultivos renovables, que es lo que se conoce como silvicultura comercial. Esta práctica surgió a finales del siglo XVIII en Alemania, y desde entonces se ha desarrollado a escala global, produciendo bosques de diferentes edades, especies y destinos.
Y como lo reseña Navío (2024), el uso de la madera como material estructural en la construcción de edificaciones encarna una serie de impactos positivos en los diferentes eslabones de la cadena, que van desde su producción hasta su aplicación en los edificios, incluyendo la reducción de la huella de carbono de la edificación (Navío, 2024).
La silvicultura como estrategia de provisión de materias primas para la construcción, tiene como fin último preservar los biomas originales, generalmente más antiguos y complejos, es decir, se trata de sustituir materias primas no renovables por renovables, como lo acota Urbem. De esta manera cuando se plantan bosques para la construcción de edificios, por ejemplo, se evita la sustracción de minerales, piedra, rocas y arena del entorno, que son materiales no renovables.
La misma reseña que las coníferas son las especies más utilizadas en la fabricación de madera estructural para la construcción de edificaciones y obras civiles, cuya resistencia estructural, baja densidad y rápido crecimiento están ampliamente reconocidos, por lo que cumplen un papel crucial en varias fases del proceso de fabricación de elementos estructurales.
Otra gran virtud de la silvicultura para la construcción estriba en que un bosque maderable sembrado contribuye a la recuperación del suelo, a la restauración del nivel freático, a la protección de la capa vegetal y aumentar la humedad del aire, por lo que por excelencia se convierten en una efectiva barrera contra incendios, inundaciones y vendavales.
Pero quizás la propiedad más determinante de la plantación de bosques para producir materias primas para la construcción estriba en que, a medida que los arboles crecen, el dióxido de carbono utilizado en la fotosíntesis se elimina de la atmósfera y se almacena dentro de la madera, mientras que cuando se produce cemento, hormigón o acero, es necesario quemar combustibles fósiles que liberan grandes cantidades de CO² a la atmósfera durante el proceso de producción.
Y no menos relevante es el hecho de que la silvicultura tiene el potencial de recuperar áreas y suelos que quedaron agotados tras su explotación económica sin estrategias de prevención y preservación ambiental. Igualmente son destacables las propiedades de la madera como material altamente reciclable para múltiples usos y funcionalidades.
La madera como factor de descarbonización
En el reciente mes de marzo se llevó a cabo una nueva edición de Redbuild en la que se debatió sobre la construcción con madera sostenible en la New European Bauhaus y las soluciones de digitalización e industrialización actuales, poniendo en foco el uso de la madera como solución perfecta para la descarbonización del sector de la construcción.
Una de las posturas concluyentes del evento fue que para lograr tal propósito se hace necesaria la concepción de mecanismos que aseguren la gestión forestal sostenible y la trazabilidad del origen sostenible de la madera, resaltándose el valor de la certificación forestal.
Jorge López Conde –deployment chief manager de la New European Bauhaus-European Cluster Alliance– quién fue uno de los panelistas en el evento, referido por el portal Pefc.es (2024), allí reivindicó la gestión forestal como motor dinamizador del territorio para abordar el reto demográfico, el cambio climático y los incendios (pefc.es, 2024). El mismo subrayó la necesidad de hacer una valorización económica y ecosistémica de los territorios para impulsar la industrialización y cambiar así el ecosistema de la construcción.
Por su parte Sandra Llorente -Directora General de Lignum Tech- resaltó que la madera es un material resistente, versátil, fácilmente industrializable, con baja huella de carbono y sostenible, por lo que han apostado por la certificación para cerrar el círculo del campo a la ciudad de manera adecuada y ordenada.
Por último, José Maria Quirós -delegado de industrialización de AEDAS Homes-, afirmó que el uso de este material reduce la huella de carbono en un 20%, y un 50% más si es reciclado.
Y como lo pregona Navío, «los bosques certificados serán los proveedores del material constructivo sostenible del siglo XXI».
En la actualidad ofician como certificadoras de silvicultura para fines comerciales dos instituciones, The Programme for the Endorsement of Forest Certification (PEFC) – Programa de Aval de Certificación Forestal, por su traducción al español- y The Forest Stewardship Council (FSC) -El Consejo de Manejo Forestal, por su traducción en español-.
Pues bien, son múltiples las razones que perfilan a la madera que se extrae de cultivos forestales como el material por excelencia para ser aplicado a los diversos proyectos constructivos, ya sea de edificaciones e incluso de obras civiles.
La promoción masiva de la silvicultura como fuente de provisión de este material renovable y fácilmente industrializable, no solo puede garantizar suficiente volumen para cubrir las demandas constructivas, sino que contribuir determinantemente a la reducción de la huella de carbono y a la transformación de la industria hacia una más amigable con el medio ambiente, al reducir las emisiones de carbono en el desarrollo de las distintas etapas del proceso desde la generación de las materias primas e insumos hasta la conclusión y entrega del proyecto constructivo.
Referencias
- Navío, Clara. 2024. La madera se abre paso para descarbonizar la construcción. La Razón, 23 de febrero de 2024. https://www.larazon.es/medio-ambiente/madera-abre-paso-descarbonizar-construccion_2024022365d88332344c980001b89f97.html
- pefc.es. 2024. El uso de madera es crucial para la descarbonización del sector de la edificación. PEFC, 22 de marzo de 2024. https://www.pefc.es/noticias/el-uso-de-madera-es-crucial-para-la-descarbonizacion-del-sector-de-la-edificacion
- Urbem. 2024. Cómo la madera de ingeniería puede descarbonizar la industria de la construcción. Arch Daily, 29 de abril de 2024. https://www.archdaily.cl/cl/1015946/como-la-madera-de-ingenieria-puede-descarbonizar-la-industria-de-la-construccion?utm_medium=email&utm_source=AD%20CL(PE%20&%20CO%20included)&kth=6,211,887&mc_cid=a3f2e07b85&mc_eid=345f6561d6
- Imagen de portada. Fuente: freepik.es, cortesía lom74266