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Reduccionismo Arquitectónico ¿La Esencia Actual?

«Una vez que comenzamos a celebrar la fealdad, también nos volvemos feos…». Symon Sweet

«La Arquitectura actual se encuentra encaminada hacia un funcionalismo de las edificaciones, herencia del modernismo recalcitrante que aún hoy muchos defienden» (Sweet, 2022), es la lapidaria sentencia que lanza Sweet al mundo de la arquitectura y la construcción.

De otro lado se afirma que «El pensamiento técnico mecanicista introduce diferencias cualitativas respecto a las técnicas artesanales de la arquitectura tradicional. La funcionalidad que está en la base de la arquitectura moderna no tiene paragón en la arquitectura antigua» (Calduch Cervera, 2010).

Contraste entre la arquitectura clásica y la arquitectura moderna
Fuente: arkiplus.com

Estas dos posturas están indicando que la arquitectura está entrando en una crisis de identidad y de sus valores más sublimes. Puede decirse que el movimiento moderno  ha fracasado desde sus principios más determinantes como la racionalidad, la tecnología, el funcionalismo y la estandarización que como argumentaban podría llevar a la sociedad a un desarrollo donde existiera justicia social y se lograra erradicar la falta de vivienda y el hacinamiento mediante la producción en serie.

Ortega y Gasset, referido por Gómez-Perretta, en su momento afirmó que «la humanidad de forma cíclica pasa por tres períodos sucesivos: el tiempo de la tradición, el de la razón y las utopías, y finalmente el tiempo de plenitud que alumbra la inmediata decadencia» (Gómez-Perreta, 2015).  

Dando alcance a lo expresado por Ortega y Gasset, Gómez-Perreta reseña que la arquitectura de la tradición -primer período- es la que está basada en la experiencia colectiva transmitida de generación en generación, que no tiene autor determinado, por ser precisamente colectiva, pero que ya evidentemente entró en absoluta decadencia.

Bajo el mismo racionamiento la arquitectura de la razón y la utopía -segundo periodo- ha tenido dos grandes momentos: El de la Grecia y Roma clásicas cuando «los individuos toman la palabra y cuestiona(n) el sistema heredado y busca una utopía, un nuevo gobierno. Son por lo tanto épocas revolucionarias, en la que prima la razón y surge el artista que inventa y desarrolla unos cánones que pretenden ser ideales».

El otro momento -13 siglos después- es el del Renacimiento que sucede al tradicional, colectivo y oscuro medioevo, «Es entonces cuando vuelve el autor, el artista individual, que recupera ese racionalismo utópico que pretende estar basado en normas de belleza eternas y universales», y agrega el mismo que «irremediablemente este esplendoroso resplandor de la razón termina en una nueva decadencia». Agrega que «Es la época del barroco, del neoclasicismo, del romanticismo, del nuevo arte o del modernismo».

Edificio Barroco del complejo de la Basílica de San Pedro-Roma
Fuente: arkiplus.com

Y por lo que respecta al período de la plenitud del que hablara Ortega y Gasset, que en este caso es el de la época burguesa -desde el siglo XV hasta hoy- y que coincide con la historia de occidente es la de un «largo período revolucionario que intenta buscar a través de la razón, de la mente humana, un nuevo sistema de organización social más justo y un conocimiento basado en la ciencia, en lo que nos aparece más objetivo y universal».

Parafraseando a Gómez-Perreta, puede decirse que este último período tiene su punto de quiebre a partir de la «culminación de la era industrial y de la élite burguesa, que ha sustituido a la aristocracia feudal, y tiene que dejar paso obligado a nuestra sociedad de masas, la sociedad democrática actual». Bajo éste nuevo momento de este período surgen entonces nuevos actores, la producción industrial en serie, los nuevos materiales de construcción -acero, hormigón, vidrio- que también está marcado por el automóvil y los medios de transporte masivo. De esta manera el nuevo sujeto activo, las masas serían los destinatarios del nuevo diseño.

Pero también es aquí donde emerge el nuevo sujeto pasivo, el diseñador, el arquitecto, el constructor, que se concreta en el «Arquitecto Estrella» como lo denomina Sweet. Para el mismo, el perfil de este nuevo sujeto -el nuevo diseñador- es el que «se gana su denominación por ser expuestas sus mansiones de millones de dólares en revistas de arquitectura y no por preservar la tradición arquitectónica de un pueblo o ciudad».

Casa View / Johnston Marklee & Associates + Diego Arraigada Arquitecto
Fuente: arquimaster.com.ar

Para Sweet «estos nuevos diseñadores no son más que meros engranajes de un sistema de codicia e impunidad, que dejan en el campo de juego imágenes aberrantes de edificaciones a cambio de dinero». Subraya el mismo que los «arquitectos estrella» quieren uniformizar a las naciones y vestirlas con los mismos simbolismos en lugar de abrazar su idiosincrasia y manera de ser.

Agrega que los arquitectos barrocos italianos que construían en Roma, cuando eran llamados para diseñar en Rusia o en Alemania pasaban meses o años tratando de conocer la ciudad o región, sus costumbres y su forma de ver la vida, mientras que Calatrava diseña el mismo puente para Dublín, Buenos Aires  y otras ciudades con el sello de sí mismo. Para este nuevo diseñador es mejor ser global que local, no ser de ningún lugar y no tener ninguna identidad.

Edificio del Auditorio de Tenerife. Sabtiago de Calatrava
Fuente: arquitecturayempresa.es

Sin bajar la guardia en su cuestionamiento a la nueva postura asumida por la arquitectura, fustiga que ésta en la actualidad  por un lado quiere ser ecológica y más verde, llevando los procesos hacia una armonía con el ambiente pero renegando de la estética que ensalzaban los griegos y romanos, por lo que la contaminación visual que hoy generan los edificios y construcciones se las achaca a los nuevos diseñadores.

Cierra su embestida acusando a la arquitectura de frívola, embebida por la globalización de ideas, la masificación de conceptos, con lo que determina lo que es bueno en arquitectura mientras que hace de lo antiguo lo malo como pan de cada día.

Y remata trayendo a colación los resultados de algunas conversaciones con diversas personas de las que ha podido concluir que en su mayoría están de acuerdo con él en que estas estructuras horribles son las peores construcciones que se ha construido en Plymouth, Inglaterra. Y agrega que «no puede soportar ir al centro de la ciudad por culpa de estas monstruosidades enfermantes», como la que se ve en la imagen siguiente.

Fuente: arkiplus.com

De manera similar piensa Gómez-Perreta cuando refiere que el nuevo diseño busca con una sinceridad casi ascética la verdad de la forma, que no es gratuita ni caprichosa, que no despilfarra material por lo que se sustituye la moral arquitectónica basada en el canon clásico que era el parámetro racional de los cuatro siglos anteriores, por el de la verdad funcional, la que es útil, la que responde mejor a los nuevos procesos industriales, y por su puesto la que está al servicio del pueblo.

En fin, en el pensamiento de algunos cultores se percibe una reminiscencia romántica, por convicción y sensibilidad, que pretende ponerse al margen del inexorable paso del tiempo que -como afirmaba el ilustre Echandía- «Los tiempos pasan y los términos se cambian». Los cambios a través del tiempo van marcando que la disciplina asuma alejarse de su origen artístico para acercase cada vez más a la híper-racionalidad de la ciencia y la técnica que imponen los tiempos actuales, y por supuesto que también se ve obligada al dejarse llevar por las reglas del mercado capitalista que impulsa un consumismo desaforado, a menores costos de producción, pero que está dispuesto a propiciar la entrega de sumas apreciables de dinero por los caprichos que recrean la nueva cultura posmoderna.

Es previsible entonces inferir que la arquitectura del momento actual tiende a un reduccionismo en el diseño, sacrificando la estética como elemento que complementa la construcción de espacios amenos, amables y ensoñadores que inspiren el disfrute en su máxima expresión.


Referencias

Por: Jorge Iván Campos

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