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Si bien se requiere renovar el POT de Bogotá, aun no hay humo blanco para el proyecto.

El POT, considerado la herramienta jurídica de planeación territorial que ordena la oferta ambiental, es decir las relaciones hombre, suelo, economía y medio ambiente en un territorio determinado, y que en sí regula los usos del suelo en un municipio o distrito, ya hoy en Bogotá, D.C., cuenta con un proyecto de actualización que presentó la Alcaldía al Concejo Distrital para su estudio, discusión y aprobación.

Algunos datos previos permiten hacerse una idea de lo que actualmente ocurre en Bogotá en materia de hábitat. Muchos aspectos han cambiado en Bogotá durante los 17 años que no se ha modificado el POT: Hoy las familias tienen en promedio 2,9 miembros contra los 3,5 de hace 17 años; existen alrededor de 23.527 asentamientos informales construidos con materiales desechables, sin servicios públicos, sin parques, andenes, calles; entre 2013 y 2018 513.903 personas se han ido a vivir fuera de la ciudad dejando libres 80 mil viviendas, y Bogotá ha recibido alrededor de 330.000 migrantes venezolanos (Baena y Rincón 2021).

Para la Alcaldesa López su propuesta puede llevar a Bogotá a “pasar de ser una selva de cemento a una selva verde”, no obstante diferentes sectores han expresado no pocas críticas al proyecto. Se dice que a pesar de que Bogotá es una de las ciudades más densamente pobladas del mundo -incluso más que Buenos Aires, Tokio y Nueva York- se pretende declarar 6.899 hectáreas como áreas de renovación urbana, una decisión con la que tumbando construcciones antiguas para reemplazarlos con edificios más altos donde ahora viven dos personas después vivirán veinte (Baena y Rincón 2021).

No obstante que esta medida sería muy bien recibida por la industria de la construcción, Camacol no está muy de acuerdo con la renovación urbana y pide que el POT habilite áreas adicionales para la construcción de vivienda nueva con prioridad de la VIS y VIP.

Al respecto La Pulla cuestiona que el proyecto no tiene en cuenta que 1) así como se crean nuevos hogares, también se destruyen otros que liberan muchas casas. Se estima, por ejemplo, que en 2019 en Bogotá se liberaron 134.000 viviendas, y 2) que tampoco se considera que en la ciudad muchas viviendas se estén dividiendo y en casas donde antes había un solo hogar hoy hay hasta tres. Según una investigación citada por la misma fuente, encontró que en 608 manzanas de Bogotá no aumentó el número de metros construidos en áreas nuevas pero si se crearon 41.634 viviendas en casas que se han dividido. También se cuestiona que el proyecto desestima el dato del censo más reciente según el cual en la ciudad ya hay 118.000 casa vacías que podrían ocupar nuevos hogares por lo que no se necesitaría densificar más la ciudad en tanto que con las viviendas que ya existen se puede cubrir el 43% de las viviendas proyectadas.

También Camacol señala que «si bien han encontrado un propósito de desarrollo sostenible que busca crear una ciudad cuidadora, cercana e incluyente, los procesos y normas que deben asegurar el cumplimiento de estos objetivos no están encaminados a lograrlo, lo que los dejaría con un POT muy loable en la teoría, pero inviable en la práctica.» (Rodríguez Hernádez 2021). Con esto  pretende recalcar la necesidad de seguridad jurídica en el nuevo POT y en consecuencia demanda «la claridad de la norma; donde no existan reglamentaciones pendientes, no se dé lugar a vacíos o múltiples interpretaciones y exista total claridad en la transitoriedad.»

Desde el Concejo Distrital también se han escuchado voces que lo cuestionan. El Concejal Carlos Carrillo del Polo Democrático aseveró que «la ciudadanía rechaza un POT sin concertación, impuesto, que destruye sus territorios y privilegia a las constructoras.» (Redacción del Siglo 2021). La concejal verde Lucia Bastidas cuestionó que «el tema de la participación se quedó flojo y se refirió a lo difícil que será convertir a esta ciudad de 30 minutos sin obras de movilidad.». Y la concejal de la Colombia Humana, Susana Muhamad reclamó que «hay preocupación por las densidades de la renovación urbana; hay preocupación por que vayan a sacar a los habitantes de sus barrios para construir nuevos proyectos inmobiliarios; hay preocupación por que se pasan puentes por encima de humedales; y hay preocupación por que no hay una ruta clara en el tema de residuos.»

En conclusión los cuestionamientos más fuertes al proyecto del POT están relacionados con la propuesta urbanística y arquitectónica que harían de la ciudad la ciudad más densamente poblada del mundo, las dudas sobre las cifras demográficas para definir las necesidades de vivienda, las propuestas de movilidad como costosas e incipientes, la desconsideración del valor patrimonial de la ciudad, el tratamiento superficial de sus territorios rurales, y la eventual afectación a la construcción de vivienda de interés social, en tanto que las cifras no parecen cuadrar con esta necesidad para los nuevos hogares de la capital.

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Referencias

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