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Realizar un viaje espacial, interespacial, intergaláctico, o como se le llame, supone casi que un confinamiento de tiempo largo, en un espacio o hábitat no convencional allende la órbita terrestre. Sin duda, un reto para quienes osan emprender una travesía de estas connotaciones, bajo condiciones que implican un cambio en las rutinas cotidianas, que a su vez demandan una adaptación en un giro de casi 360 grados. A ello se suma la incertidumbre de sentirse perdidos en el espacio, como la aventura que relataba la serie aquella que en las décadas de los 70 y 80 a muchos recreó, a través de la pantalla chica.

Tales circunstancias demandaba de quienes planeaban tales viajes interespaciales, ocuparse de diversos aspectos a la vez, sin desconsiderar el más mínimo detalle, con los que se previera la garantía de bienestar y comodidad de quienes fuesen a realizar dichos viajes, entre ellos el espacio interior de las naves espaciales transportadoras.

Y es en el discurrir de esa carrera espacial que se desarrolló después de la segunda guerra mundial y en medio de lo que se conoció como la «Guerra Fría», que emergió como a la sombra y en el anonimato, la muy poco conocida pero bien ponderada arquitecta rusa Galina Balashova diseñadora de los habitáculos de los transbordadores espaciales rusos. Pero ¿Quién es esta arquitecta rusa? ¿Qué representa para la arquitectura espacial rusa?

Fuente: cosasdearquitectos.com

 

Vida y obra de Balashova

Balashova nació en el año 1931 en Kolomna, una ciudad perteneciente a la provincia más poblada de Moscú. Reseña González (2017) que desde niña mostró interés por la modelación y diseño espacial -jugaba esculpiendo casas de piedra-, razón por la cual su abuela le sugirió formarse como arquitecta cuando fuera mayor. Agrega que Balashova reconoce esa recomendación como su principal motivación para estudiar la carrera, aunque otras influencias familiares se añaden a su vocación. De un lado, su tío Sergei Fedorovich, también arquitecto y de otro, al igual que otros miembros de su familia, tenía una notoria predisposición para el dibujo.

Por décadas, sus vecinos han ignorado, que la mayor parte de su vida, ha sido la arquitecta responsable de diseñar el interior de numerosas naves del programa espacial de URSS, anota Oliveira (2020).

Estudió en el Instituto de Arquitectura de Moscú entre 1949 y 1955. En 1957 fue contratada para diseñar los bloques de apartamentos de la OKB-1 – «Oficina de Diseños Experimentales» en las que se proyectaban los prototipos de aviones, cohetes y vehículos del gobierno-, por recomendación de su esposo, el ingeniero Yuri Pavlovich Balashov, quién ya trabajaba en dicho centro.

Al sexto año como empleada del OKB-1, se involucró en el diseño de prototipos cuando le fue solicitada una propuesta para el interior del Módulo Habitable de la nave espacial Soyuz, que logrará superar las carencias de confort que presentaba el diseño propuesto por los ingenieros industriales del equipo. Hasta aquel momento, los vuelos al espacio eran de corta duración y por esta razón, la comodidad en los cohetes no era una prioridad de los ingenieros, pero todo cambio cuando, en el proyecto Soyuz, decidieron agregar un compartimiento de descanso para que fuera posible realizar vuelos más largos. Balashova fue la encargada de diseñarlo.

Diseño para la Estación Espacial MIR
Fuente: es.rbth.com

Este fue el punto de partida de la que sería su nueva carrera y con ella, la nueva disciplina que nacía al mundo académico: La Arquitectura Espacial.

La alta acogida que tuvo su propuesta, que fue aprobada por Sergei Korolev en 1964, le abrió las puertas a una innovadora carrera dedicada al diseño, al estudio de las proporciones, al análisis funcional y a la adecuación psicológica de las naves espaciales Soyuz, el trasbordador Burán, y el interior de la Estación Espacial MIR, anota González.

Al jubilarse en 1991, todo el trabajo secreto que Balashova había realizado para la industria cósmica soviética, fue desclasificado. Sin embargo, debido al largo sigilo de su labor, nadie conocía a la arquitecta. Ocurrida la desclasificación decidió vender sus paisajes en acuarela para obtener un ingreso adicional. En 1998, en una exposición de sus pinturas, la arquitecta colgó al lado de sus pinturas de playas y bosques, el dibujo del emblema de la misión espacial Soyuz-Apolo, el símbolo ampliamente conocido creado por ella.

Emblema de la misión espacial Soyuz-Apollo diseñado por Galina Balashova
Fuente: weltbild.de – Cortesía Museum of Cosmonautics
Emblema de la misión espacial Soyuz-Apollo diseñado por Galina Balashova
Fuente: Entrada de EdMarCarSe en el subreddit r/MarxistCulture de Reddit

Un visitante de la exposición se interesó por el trabajo de Balashova en la cosmonáutica, y después de hablarle y conocer más sobre ello, digitalizó algunos de los diseños y luego las difundió por las redes, pero fue una década después que el arquitecto alemán Philipp Meuser se topó con ella.

En 2012, Meuser la contactó y fue a visitar a Moscú para conocer más acerca de su historia. La amistad entre los dos arquitectos quedó plasmada en dos libros dedicados a los aportes de Balashova a la arquitectura espacial, uno de ellos titulado Galina Balashova: Architects of The Soviet Space Program publicado en 2015. A los 81 años la arquitecta expuso en el Deutsches Architekturmuseum, DAM en Frankfurt, Alemania, los valiosos planos que por muchos años ha mantenido bajo su colchón, para evitar que se retorcieran o arrugaran, refiere Oliveira.

Hoy a sus 92 años vive en un humilde departamento en la ciudad de Koroliov, en las afueras de Moscú.

Galina Balashova en una exposición dedicada a su obra (Frankfurt, Alemania)
Fuente: cosasdearquitectos.com – Cortesía Uwe Dettmar

 

Su aporte a la Arquitectura Espacial

La dimensión de su contribución está en la importancia que le dio a los aspectos psicológicos que inciden en la percepción humana del hábitat. De ahí que Gonzáles llegará a señalar que «Balashova entendió que para asegurar el bienestar psicológico de los cosmonautas, las cápsulas tenían que imitar un entorno afectado por la ley de la gravedad».

Según González, esto implicaba imitar en las naves el medio natural de la tierra, por lo que estás consideraciones fueron reconocidas como las primeras teorías para el diseño arquitectónico de espacios de esta naturaleza. De esa manera, sus aportes trascendieron el reto de proyectar espacios mínimos y fueron realmente innovadores en la búsqueda del confort psicológico.

Su trabajo, que era creativo pero también de una gran carga técnica, consistía en el diseño de los espacios interiores, el mobiliario del interior de las naves, que debía ser extremadamente funcional para ser tan útil como fuera posible ocupando el mínimo espacio posible. También debía participar en el diseño de los paneles de control, los logos decorativos y las comodidades relativas que los cosmonautas debían disfrutar en esos espacios angostos.

A decir de la misma, las estrategias que utilizó no fueron pocas, entre ellas, la selección adecuada de colores para simular suelos, paredes y techos en determinadas superficies que aportaran orientación espacial a los astronautas -pese a la indistinción de un «arriba» y un «abajo» que resulta del estado de ingravidez-, y las acciones tomadas para minimizar la «frialdad» tecnológica de estas inusuales máquinas de habitar.

En detalle, la primera estrategia consistió en asignar colores oscuros a los suelos y claros a los techos, facilitando que los cosmonautas los distinguiesen ambos sin problema cuando «arriba» y «abajo» dejasen de tener el significado al que estaban acostumbrados en la Tierra. Adicionalmente, consiente de la importancia que tendría la transmisión por televisión de las hazañas espaciales, trabajó a menudo con el color verde porque era un color que los aparatos de televisión de la época podían reproducir fielmente.

Además de la teoría del confort psicológico, entre otras contribuciones están la creación del Velcro como sistemas para fijar objetos o un código de colores como sistema de referencia: suelos verdes, paredes amarillas, o azules para las zonas de trabajo y techos grises.

Pero también su aporte fue determinante al mundo del arte, por su pasión por el dibujo y la pintura que con frecuencia la condujeron a pintar oleos de paisajes y parajes rurales.

Benavente (2024) refiere una de sus frases determinantes según la cual «El interior de una nave espacial también es arquitectura, porque la arquitectura es la organización del espacio y su intención es proyectar interiores», mientras reseña que por el hecho de ella haberse dedicado al diseño de espacios interiores en áreas reducidas, no significaba que hubiese renunciado a su carrera de arquitecta, a lo que se refirió en los siguientes términos: «Nunca sentí que estuviese cambiando de carrera, aunque tampoco había soñado con el espacio. Nunca».

Diseño aprobado del modulo habitable Soyuz-sketch
Fuente: undiaunaarquitecta2.wordpress.com
Diseño de nave espacial orbital lunar
Fuente: cosasdearquitectos.com
Diseño de nave espacial orbital lunar
Fuente: arquitecturayempresa.es
Diseño interior del Módulo Lunar Soyuz
Fuente: dom-publishers.com

Pues bien, nos encontramos ante una eximia arquitecta que desarrolló su pasión en el diseño de espacios interiores para naves espaciales, y que prácticamente fue la creadora de la hasta ese entonces desconocida Disciplina de la Arquitectura Espacial.

Además de proponer una nueva teoría de la psicología del confort, también creó mecanismos de soporte y agarre para facilitar la armazón de espacios interiores y el sistema de referencia de colores para crear ambientes significativos en espacios reducidos. Una profesional destacada que permaneció la mayor parte de su vida profesional en el anonimato, al ser sometida a secreto de Estado, su producción creativa y de diseño para la industria aeroespacial de la URSS, por la guerra fría.

Galina Andréyevna Balashova (1931). Arquitecta y diseñadora rusa
Fuente: es.rbth.com

 


Referencias