La evolución de la arquitectura debe estar acompasada con la mutabilidad de la vida
El filósofo francés Gilbert Simondon referido por Hernández (2015), en una de sus dos tesis doctorales -elaboradas en la década del 50- en la que abordó la evolución de los objetos técnicos sostuvo que a diferencia de los seres vivos, en los objetos técnicos se pueden dar híbridos entre especies distintas con mucha facilidad, y para sustentar esta tesis a su vez argumentó que «…un radio se cruza con un proyector de cine y surge una televisión, luego la televisión se cruza con un telégrafo y una máquina de escribir y surge una computadora personal, que combinada con un teléfono cruzado con un radio -el teléfono móvil- produce un teléfono inteligente».
Al traer acotación esta tesis con su argumentación, Hernández pretendió significar que, dada la capacidad de hibridación de los objetos técnicos, que también los produce la arquitectura y su material ejecución con el trabajo de construcción, ésta -la arquitectura- debería tener todas las condiciones para evolucionar sustancialmente y a un ritmo acompasado con el mismo que lo hacen los artefactos técnicos.
Para el filósofo francés la evolución de los objetos técnicos no se da de manera rápida puesto que de ser así impediría la transmisión, lo que sería contrario al progreso técnico, y para que este último ocurra, hace falta que cada época pueda darle a la que le sigue el fruto de su esfuerzo técnico. De ahí que Simondon haya considerado que esa temporalidad del progreso o la evolución implican, también, un ritmo o una cadencia, y subraya que el cambio demasiado rápido, rompe la serie e impide que puedan ofrecerse al futuro los frutos del esfuerzo técnico. Y finalmente sentencia que la obsesión por lo nuevo, lo inédito, lo original y lo irrepetible, termina al final no por abonar sino por estorbar al progreso o evolución.
Pero para algunos consagrados arquitectos la evolución de la arquitectura no se ha dado siquiera con la pausa que demanda la evolución o el progreso técnico. Pero ¿quiénes se han atrevido a sugerir tal consideración y con que alcance?
La evolución de la arquitectura
«La vida cambia por segundo y la arquitectura no cambia nunca», fue la frase lapidaria y un tanto fatalista, por no decir que exagerada, que expresara la reconocida arquitecta Tatiana Bilbao en entrevista que le concediera a Tovar (2024).
Tovar sugiere que actualmente hay múltiples voces que abordan los asuntos de la arquitectura contemporánea, en tanto los numerosos temas que van desde la sostenibilidad y la inclusión hasta la justicia social y la crisis en la gestión del suelo. Y agrega que a primera vista, parece que no existe un terreno común en el que puedan coexistir todos estos conceptos de manera trasversal, sin embargo, si se mira en retrospectiva, se puede ver que más allá de los conceptos formales, el verdadero propósito de la arquitectura es, probablemente, las personas y las vidas que en ella se desarrollan.
Se infiere de lo planteado por Tovar que la evolución o el progreso de la arquitectura más que medirse por los diseños, las técnicas o los materiales de vanguardia, se trata de una revisión o re-evolución de los conceptos. De ahí que en la actualidad están surgiendo y consolidándose narrativas y voces hacia la renovación de herramientas y lenguajes arquitectónicos, transformando el entorno construido en un medio que promueva un futuro más equitativo y optimista para todos.
Una de esas voces es la de Tatiana Bilbao, la arquitecta mexicana reconocida por su enfoque centrado en el proceso y para quien la vida y las interacciones humanas juegan un papel crucial en la definición del hábitat.
La evolución de la arquitectura desde la mirada de Bilbao
Para esta galardonada arquitecta la visión respecto de la arquitectura no puede ser otra que la de una centrada en la humanidad, en las personas y en las relaciones entre ellas y con el hábitat, como determinantes de los procesos arquitectónicos, por lo que en torno a ello es que debe evolucionar y darse el progreso arquitectónico.
Frente a la posibilidad de que la tecnología se imponga al proceso y se superponga a su enfoque humano, ella considera que definitivamente somos humanos y entes físicos, por lo que la tecnología no será más que una herramienta. Agrega que la tecnología no podrá sustituir las relaciones físicas indefectiblemente necesarias entre humanos, de ahí que considere firmemente no creer que un robot sea capaz de sostener una vida. Anota que las relaciones físicas las necesitamos y las necesitaremos siempre, ya que sin el otro no podemos existir. Subraya que no podemos vivir en un mundo digital, así se crea que vivimos allí.
Para ella la arquitectura necesita urgentemente cumplir un papel más activo en muchos sentidos. Desde lo físico, considera que los edificios deben estar hechos de manera más responsable y que destruyan menos. Y ante ello lanza una sentencia lapidaria: «Creo que los edificios deben entenderse profundamente como medios para existir en este planeta; hoy en día se están volviendo límites». En este aspecto, considera que la arquitectura tiene mucha culpa, por lo que se hace necesario readaptar al ser humano a su entorno natural, a su ecosistema.
Desde lo humano, la arquitectura debe poner su énfasis en que el ser humano por naturaleza es un ser social y dejar de pretender que puede sostener a un individuo sin ninguna otra necesidad, sin el otro y sin nadie. En este sentido considera que hemos hecho todo más compartimentado, algo en lo que a la arquitectura le cabe mucha culpa, por lo que ésta debe evolucionar y ser distinta para logar la capacidad de sostener al individuo con su sociedad, para poder realmente integrarlos.
La vida, el sentido de la vida, es la que le da el carácter de mutante a la arquitectura, en tanto que aquella también lo es, y esa dinámica de nunca acabar, que no para, es la que debe marcar el ritmo del progreso de la arquitectura. Para Bilbao la arquitectura es algo extremadamente determinado por ese carácter absolutamente evolutivo y mutante de la vida humana y de la humanidad.
El secreto de la evolución de la arquitectura estriba en su capacidad para lograr una coexistencia con la vida de manera más efectiva y eficiente, de tal forma que evite hacer de las viviendas una ruina habitable o una vivienda sin etiquetas.
Finalmente, ese atributo de hibridación de la arquitectura que a su vez le confiere una versatilidad y capacidad similar a la de los artefactos u objetos técnicos, es una condición que debe aprovechar la arquitectura para evolucionar, pero sin apartarse de su foco central que es la vida humana y su capacidad de mutar. Ello debe marcarle unos ritmos más acordes con una concepción de modernidad.
El sentido de la vida debe determinar ineludiblemente la adaptación de la tecnología a las necesidades humanas, mas no la tecnología debe condicionar la calidad de vida en el hábitat donde moran las personas, y cuando ello esté muy presente en los propósitos de la arquitectura, solo será posible sentenciar que la arquitectura ha alcanzado un ritmo evolutivo acompasado con su real finalidad: el bienestar humano y el reconocimiento de la natural condición de sociabilidad del ser humano.
Referencias
- Hernández Gálvez, Alejandro. 2015. Variación y selección: arquitectura y evolución. Arquine, 27 de diciembre de 2015. https://arquine.com/variacion-y-seleccion-arquitectura-y-evolucion/
- Tovar, Enrique. 2024. «La vida cambia por segundo y la arquitectura no cambia nunca»: Una conversación con Tatiana Bilbao. Arch Daily, julio de 2024. https://www.archdaily.cl/cl/1018885/la-vida-cambia-por-segundo-y-la-arquitectura-no-cambia-nunca-una-conversacion-con-tatiana-bilbao?utm_medium=email&utm_source=AD%20CL(PE%20&%20CO%20included)&utm_campaign=weekly&kth=6,211,887&mc_cid=8ab3f11d7c&mc_eid=345
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